Las palabras me han abandonado. Hay días en
que, por la mañana, alguna idea-araña comienza a tejer-se, hace esfuerzos por
tender puentes entre el abismo que se abre entre los dos pensares de mi pensar.
Lanza una cuerda-telaraña, como haciendo un llamado, como seduciendo al cada
vez más infranqueable lado frío-sólido; lanza una idea-cuerda-telaraña ese lado
tibio, esa maña-telaraña. Y me prometo a mi misma que llegando la noche la maña-telaraña
y yo seremos una sola y tejeremos. Mas llega la noche y ¿cuál era esa idea que
me cosquilleaba? La olvidé. Las palabras no están. Ya seca me siento. Y me
pregunto si, en algún lugar del manantial que creí poseer, no habría más bien
un charquito de baba que se ha evaporado y me dejó perpleja y con cara de....
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