miércoles, 6 de mayo de 2009

LA MERIENDA

(Sólo para conocedores)

Porque también los héroes comen, duermen
y hasta tienen miedo…

La diferencia entre el valiente héroe
y el resto del mundo,
es que él actúa a pesar del miedo.

Su frugal merienda estaba compuesta por una botella de leche y una porción de pan. Recordaba con cariño a una buena amiga que, después de visitarla y haber hecho música juntos: ella cantando y él al instrumento de viento, lo despidió con tales regalos.
Ofreció de sus alimentos a su compañera de viaje (¿qué habría sido de él sin ella?), quien no los aceptó, pues ella, decía, se alimentaba de semillas y bebía del néctar de las flores. Entonces cedió el pan a su segunda compañera, silenciosa y dócil, y él había ido al río a atrapar un pez en una botella, mismo que sería cocinado en un fuego obtenido mediante magia, por supuesto.
Después de la merienda acudió al refugio de un árbol a descansar y ver cómo el sol caía perezosamente sobre el valle legendario, mientras las palabras de su interlocutora flotaban como polvo de cristal, arrullándolo, sumergiéndolo en imágenes de ensueño: el insondable mar al horizonte… la tierna risa de una amiga… una “desconocida” familia… un guardián herbal, conocido en un pasado, o en un futuro… y hasta princesas, una en especial de obscura belleza…
Su amiga también contaba melodiosamente la historia de La Familia Real, resaltaba la importancia de la valentía y a veces dejaba notar entre sus versos el peso del destino que la había alejado del Bosque, su hogar, lo que le causaba terrible nostalgia.
Él, por su parte, bajo el encanto de aquella alada voz, hablaba de su vida en el Bosque, entre el desprecio de sus iguales y la protección de El Guardián.
Pronto se quedo dormido contemplando a su yegua pastar, y en un sueño se vio a si mismo cabalgando a través de un bosque mientras la nostalgia y el desasosiego le contraían el corazón al buscar y no poder encontrar… Al abrir los ojos ahí estaba ella, despertándolo como el día en que se conocieron, sacándolo como siempre de sus pesadillas…

– ¡Al fin despiertas! Hemos de ir al encuentro del Tiempo.

Link abandonó en árbol que lo cobijaba y montando en Epona pensaba para si que ni siquiera el menester de vencer a El Señor del Mal pesaba tanto si se contaba con tan buenas amigas.
Fin (?)

Lucía Cruz Granados

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